Sábado 30 de enero de 2016. Así como la recepción de los elementos autóctonos de la región fue apacible y llena de los encantos de su arquitectura fantástica e imágenes compuestas, la antártica comienza a mostrar otras de sus características, distante de lo que se podría llamar hospitalidad.
Luego de navegar de un lado a otro y observado la carta náutica del archipiélago Palmer, se termina medio mareado de tanta forma irregular, de curvas infinitas y costas de perfil quebrado, llegándose a la conclusión de estar en un complejo geográfico que demanda muchas singladuras recorrer con minuciosidad, como es la consigna de esta nave oceanográfica.
La navegación, las maniobras en cubierta, los muestreos de aguas y lechos, junto a los laboratorios de abordo, se entrelazan formando una especial combinación de tareas profesionales y disciplinas científicas, dándoles el sentido a estas expediciones marítimas. Proyectos de estudios modernos, pensados para aportar información y datos útiles de estas regiones más difíciles que distantes, cuyas características climáticas le dan ese estilo agreste y solitario.
Esto se inicia, llegando tras un viaje normalmente arduo como es atravesar el Pasaje de Drake para luego navegar por complejos conjuntos de islas, esquivando témpanos y hielos flotando en constante amenaza de colisión con la nave.Siempre es necesario calcular el instante propicio para, una vez en el lugar programado, detener la nave e iniciar maniobras de arriado de los equipos sensores, a profundidades alucinantes que llegan a más de 600 metros.
El propio Capitán se encarga de dirigir las operaciones en cubierta, asegurándose de que las cosas se hayan llevado a cabo con el rigor profesional que los datos científicos necesitan.
Durante un rato largo el viento sopló con una velocidad de 40 Nudos, lo cual equivale a dos cosas: en primer lugar, corresponde a la fuerza 8 en la escala de vientos de Beaufort, cuyo máximo es 12 y su segundo significado es que recorre 20 metros en cada segundo.
El radar capta la imagen del entorno en momentos que un chubasco de agua y frío complica las tareas en cubierta, pero aquí se trata de “elegir” el momento, por lo menos,… menos adverso…
Como a las seis de la tarde y luego de una toma de muestras con la draga del equipo de biólogos y el aparejo con botellones llamada “roseta” de los oceanógrafos, continúa la navegación pero bajo la consigna de un nuevo desafío.
En la computadora del laboratorio se va controlando los valores de las muestras de aguas que ingresan a los botellones de la Roseta.La propuesta polar es navegar entre hielos flotantes en un “slalom” gigante bajo la lluvia persistente. Una navegación fractal que todavía no ha llegado a la cultura tropical…ni puede hacerlo, por lo menos en esta era.La aparición de los hielos navegando es otra novedad que nos deparaba la Antártida y que parece un juego desafiando al timonel, o simplemente otro escollo congelado de una colección de formas y eventos que no parece terminar.
Para los que estamos inaugurando una nueva etapa de experiencias profesionales, pero fundamentalmente vivencias personales, se nos plantea un análisis interesante:La definición del Reglamento Internacional Para Prevenir Abordajes en su regla 3 i) dice:La expresión “en navegación” se aplica a un buque que no esté ni fondeado ni amarrado a tierra, ni varado.Lo cual significa que un buque sin gobierno, está en navegación.Luego de observar hielos y témpanos en el entorno del barco con movimientos de abatimiento provocados por vientos y corrientes derivándolos, quedan al “garete en las aguas”. Cabe entonces pensar que les pasa lo mismo que a un barco sin gobierno, por lo cual se los llamaría “hielos en navegación”… a los que normalmente se los conoce como “hielos flotantes”.
Volviendo a los fractales
Hace unos años atrás, el matemático francés Benoit B. Mandelbrot estructuró y definió la mencionada geometría fractal que no es solamente una idea abstracta. Un litoral, considerado desde el punto de vista de su irregularidad más pequeña, tendería hacia una longitud infinita, como ocurre con el “copo de nieve”. Mandelbrot sugirió que las montañas, nubes, galaxias y otros fenómenos naturales, como los archipiélagos donde se está navegando, son similares a los fractales.La llamativa estética de estas composiciones y dibujos, los ha convertido en un género artístico de vanguardia tanto curioso como insólito y tan complejo que normalmente son diseñados por computadoras.Navegar en este archipiélago de innumerables islas de costas fractales o entre los pequeños témpanos, formados en un conjunto de cuerpos a la deriva o “hielos en navegación”, constituyen un original estilo de “navegación fractal”.
Autor: C.U. Alejandro Stero Sellarés / Perito Naval en Navegación y Maniobra.